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AGRESIÓN DESMEDIDA CONTRA DEFENSORES DE DERECHOS HUMANOS SAHARAUIS Y OBSERVADORES INTERNACIONALES (ENTRE ELLOS UN COMPAÑERO MEXICANO)
Miércoles 25 de agosto de 2010
AGRESIÓN DESMEDIDA CONTRA DEFENSORES DE DERECHOS HUMANOS SAHARAUIS Y OBSERVADORES INTERNACIONALES
(ENTRE ELLOS UN COMPAÑERO MEXICANO)
23 agosto de 2010
Seis horas antes de que el grupo de cinco defensores de DD.HH. saharauis regresara a la ciudad ocupada de El Aaiun procedente de Argel, tras participar en las conferencias de la Universidad de Verano de Boumerdas (Argelia), la casa del activista Hmad Hammad situada en el barrio Mataala, ya había sido rodeada por cientos de policías y soldados del ejército de ocupación marroquí. Así lo relata el ciudadano mexicano, Antonio Velázquez, uno de los cuatro observadores internacionales que allí se encontraban y una de las víctimas de la agresión policial que peor se encuentran. Las calles colindantes a la vivienda estaban sitiadas, todo para impedir la entrada a los saharauis que pensaran acercarse a saludar a los activistas tras su viaje. Antonio Velázquez relata cómo los cuatro extranjeros entre los que se encontraba él, tuvieron que acudir desde temprano a la casa de Hmad, en donde se iba a celebrar el recibimiento, tras sospechar que podían impedirles la entrada más tarde. Una vez que los activistas saharauis llegaron al aeropuerto de El Aaiun, fueron transportados en un coche hasta la casa de Hmad Hammad, que también formaba parte de la delegación saharaui que regresaba de Argelia. En la vivienda esperaban unas cuarenta personas para celebrar pacíficamente y con entusiasmo el regreso de sus familiares, a pesar de que la amenaza era patente, debido a la gran presencia policial y militar marroquí, pero resultaba imposible imaginar la brutal agresión de la que fueron víctimas tanto los activistas saharauis como los observadores internacionales. Los observadores extranjeros decidieron acompañar a los activistas saharauis desde la calle al interior de la casa, considerando que ofrecían cierta protección a los recién llegados si actuaban como escudos humanos frente a la policía. Pero desde que salieron del coche una avalancha de golpes con porras, patadas y puños cayó sobre todos ellos. Entre los policías, Antonio Velázquez pudo reconocer a algunos que ya llevaban días persiguiéndolos por las calles de El Aaiun, pero el despliegue y la rapidez con la que actuaron los agresores fue de tal magnitud que no dio tiempo, a ninguno de ellos, a protegerse de la paliza. Ni él, ni ninguna de las observadoras españolas, imaginaron tal brutalidad. “Fue una carnicería”, relata Antonio, “todo fue tan rápido... cuando los activistas intentaban salir del coche, en ese momento la policía nos cayó arriba sin más dilación”, “unos cuatro metros separaba el automóvil del portal de la vivienda y en ese pequeño espacio una cantidad increíble de policía se abalanzaron contra nosotros y nos golpearon de forma brutal”, “tengo la cara desfigurada, el ojo muy hinchado y no lo puedo abrir, no sé en qué estado se encuentra mi brazo porque no puedo moverlo después de que me golpearan tres veces con porra en el mismo sitio”. Desde ese momento, la casa de Hmad sigue rodeada y sitiada por la policía y los activistas permanecen dentro de ella sin poder salir en estado de “detención domiciliaria”, mientras intentan calmar el dolor de los golpes y heridas con lo poco de lo que disponen. Hmad relata que nada más salir del coche fue golpeado brutalmente por tantos policías que no sabría decir el número de ellos y que cuando sentía que su cuerpo se desvanecía y perdía el conocimiento, Antonio Velázquez, que ya se encontraba empapado en un baño de sangre, con el rostro herido, se lanzó sobre él para protegerle de más golpes. Antonio cuenta que no pensaba en nada, que actuó de forma instintiva primero para proteger a las mujeres que caían al suelo por los golpes y que luego pudo ver el estado en el que se encontraba Hmad y pensó que lo mataban, “sentí que debía acudir en su auxilio e intenté tirar de él para meterlo en la casa”, “todo ocurrió en cuestión de segundos, los golpes venían de todos lados”, “algunos de los activistas se cayeron al suelo en la misma puerta de la casa”, “fue algo increíble”. Sultana Kaya es otra de las activistas que conformaban el grupo de los cinco que regresaban en el coche y una de las más golpeadas junto a Hmad, Antonio Velázquez y otras mujeres. Los observadores no comprenden como también ellos han sido agredidos de esa forma, pero pueden intuir que “el hecho de que unos extranjeros se encontraran en la casa de Hmad fue para la policía una provocación”, cuenta Antonio Velázquez, que también expresa con indignación la forma en que la policía grababa con cámaras de vídeo lo que estaban haciendo y cómo otros les escupían mientras les pegaban. Al momento, se formó una manifestación en el barrio de Mataala en protesta por esta agresión contra ciudadanos saharauis y observadores extranjeros, que también ha sido reprimida con extrema violencia y de la que se espera nueva información. Alrededor de las 10 de la mañana, Antonio Velázquez, junto a sus compañeras: Isabel Terrazo, Enma Pamar y Pilar Almudena, abandonaban la casa de Hmad para acudir a otro domicilio de una familia saharaui en donde están siendo atendidos de sus lesiones. Antonio Velázquez no entiende cómo la Comunidad Internacional y en concreto los gobiernos de España y el suyo propio, México, no realizan una protesta formal por esta violación flagrante de los Derechos Humanos. “Marruecos se burla de los derechos humanos, y lo peor es que esta situación la están viviendo cada día todos los saharauis, yo me pongo en el lugar de ellos y considero que es un acto heroico vivir aquí. Es indignante que tengamos que venir extranjeros para que nos den palizas y que así se tome en cuenta lo que están viviendo los saharauis cada día en su tierra ocupada ilegalmente por Marruecos”.
Por un Sáhara libre,
Salka Embarek
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