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Collectif Paris-Ayotzinapa: Madres mexicanas y centroamericanas, desde Francia, este 10 de mayo marchamos con ustedes
Martes 15 de mayo de 2018
Este 10 de mayo, en México, se llevará a cabo la VII Marcha de la Dignidad Nacional, “Madres buscando a sus hijos, hijas, verdad y justicia”. La elección de esta fecha no es fortuita. Se trata del día en que en México, así como en El Salvador y en Guatemala, se celebra a las madres. Madres mexicanas y centroamericanas que, sin embargo, desde hace mucho tiempo, no tienen “nada que celebrar”, como ellas mismas lo señalaron desde que se llevó a cabo por primera vez esta marcha, en 2012. Nada que celebrar porque sus hijos, sus hijas, han sido desaparecidos. Nada que celebrar porque las desapariciones forzadas, antes que disminuir, han continuado rompiendo sueños, destrozando familias y perpetuando la situación de inseguridad, impunidad e injusticia social que se vive en México.
Enrique Peña Nieto, actual presidente del país, lejos de rectificar la política “de seguridad” implementada por su antecesor, Felipe Calderón, la ha reforzado. No solo se ha mantenido al ejército en las calles, sino que se ha regularizado jurídicamente su presencia fuera de los cuarteles por medio de la Ley de Seguridad Interior, aprobada en diciembre de 2017. Esta ley, rechazada y criticada por diversas organizaciones sociales nacionales, así como por los más altos organismos internacionales, como la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos y la Organización de las Naciones Unidas, constituye un grave riesgo para los derechos humanos en México. La intervención de las fuerzas armadas en materia de seguridad no ha contribuido en absoluto a mejorar la seguridad del país, por el contrario, no solo se han incrementado las desapariciones forzadas, sino también otras problemáticas como las detenciones arbitrarias, la tortura y las ejecuciones extrajudiciales. Problemáticas en las que se ha comprobado la participación directa o por omisión de todos los niveles de las fuerzas del orden mexicanas, desde las policías municipales hasta los elementos de la Marina de México.
Son más de 35 000 personas las que han desaparecido en México durante los sexenios de Felipe Calderón y de Enrique Peña Nieto. Es un fenómeno sin precedentes, si se considera que se trata de cifras oficiales que lejos están de reflejar la realidad –ya que muchas familias no presentan denuncias por miedo a sufrir represalias– y que México, en principio, no es un país en guerra ni bajo una dictadura militar.
En los demás países de América Central se observan las mismas tendencias por parte de los gobiernos de incrementar la militarización en nombre de la lucha contra la inseguridad, el narcotráfico y la migración hacia Estados Unidos. Ese es, por ejemplo, el propósito explícito de programas incluidos en la llamada Alianza por la prosperidad del Triángulo Norte (Honduras, El Salvador, Guatemala). Es también el objetivo del gobierno de Nicaragua al aplicar políticas extremadamente represivas en contra de las y los migrantes y en contra de las personas que les brindan ayuda. Sin embargo, estas medidas han contribuido sobre todo a brindar nuevos instrumentos de criminalización de la protesta social y de control sobre las mentes y los cuerpos. Mientras tanto, los responsables de los crímenes, las desapariciones, los feminicidios, la trata y persecución de migrantes siguen gozando de impunidad.
Nada que celebrar, entonces, salvo la fuerza y determinación de esas madres mexicanas y centroamericanas que continúan luchando por los suyos. Nada que celebrar, salvo esa lucha que, como en otros países latinoamericanos, tiene un rostro femenino. Al igual que las madres y abuelas de Plaza de Mayo, en Argentina, la búsqueda más emblemática por la justicia hoy en México y Centroamérica descansa especialmente en esas mujeres que han decidido decir basta y que se movilizan desde distintos frentes:
en la calle, tratando de visibilizar un fenómeno del que ya ninguna familia está a salvo;
en el campo y en el desierto, buscando con sus propios medios esas fosas clandestinas en las que están quedando enterrados miles de mexicanos y mexicanas, de centroamericanos y de centroamericanas, que no son una cifra sino que tienen un nombre y un rostro;
en las cárceles, las instalaciones de salud y los centros nocturnos, buscando a los desaparecidos en vida entre los presos, los internados y las víctimas de trata;
en la arena jurídica, presionando y obligando al gobierno mexicano a adoptar a regañadientes políticas destinadas a frenar las desapariciones forzadas y a promover el acceso a la verdad y justicia.
Porque la Ley General en Materia de Desaparición Forzada de Personas, Desaparición cometida por Particulares y del Sistema Nacional de Búsqueda de Personas, en vigor desde noviembre de 2017, no es un logro del gobierno mexicano, es un logro de ustedes, familiares de los desaparecidos, que hasta el día de hoy continúan luchando para que la implementación de dicha ley se haga con su participación y con un presupuesto adecuado, únicas garantías de que sea efectiva.
Este 10 de mayo, desde Francia, marchamos a distancia con ustedes, madres mexicanas y centroamericanas. Saludamos su lucha, su fuerza y su determinación. Sabemos que el camino recorrido no ha sido fácil, que son muchos los obstáculos que han debido enfrentar y que el dolor que las acompaña día a día es inmenso. Pero sabemos también que están dando una batalla ejemplar, que la suya es una lucha por la justicia y la verdad que les agradecerán las generaciones futuras y que desde aquí abrazamos junto a ustedes.
¡PORQUE VIVOS SE LOS LLEVARON, VIVOS LOS QUEREMOS!
¡HASTA ENCONTRARLES!
¡SIN LAS FAMILIAS NO!
París, 10 de mayo de 2018
fuente: Colectif Paris-Ayotzinapa
Mères mexicaines et centre-américaines, nous marchons avec vous, ce 10 mai, depuis la France
Ce 10 mai, au Mexique, aura lieu la VIIe Marche de la Dignité Nationale des « Mères qui cherchent leurs fils et filles, la vérité et la justice ». Le choix de cette date n’est pas fortuit. Il s’agit du jour où les mères sont célébrées au Mexique, au Salvador et au Guatemala
Pourtant, les mères mexicaines et centre-américaines, depuis un certain temps, n’ont « rien à célébrer », comme elles-mêmes l’ont déclaré depuis qu’elles ont mené cette marche, pour la première fois, en 2012. Rien à célébrer car leurs fils, leurs filles ont été disparus. Rien à célébrer parce que les disparitions forcées, au lieu de diminuer, ont continué de briser leurs rêves, détruisant les familles et perpétuant la situation d’insécurité, d’impunité et d’injustice sociale qui règne au Mexique.
Enrique Peña Nieto, l’actuel président du pays, loin de rectifier la politique « de sécurité » mise en place par son prédécesseur, Felipe Calderon, l’a renforcée. Non seulement il a maintenu l’armée dans les rues, mais il en a régularisé juridiquement la présence à l’extérieur des casernes avec la Loi de Sécurité Intérieure, approuvée en décembre 2017. Cette loi, rejetée et critiquée par diverses organisations sociales nationales, de même que par les organismes internationaux comme la Commission Interaméricaine des Droits Humains et l’Organisation des Nations Unies, constitue un grave risque pour les droits humains au Mexique. L’intervention des forces armées en matière de sécurité n’a absolument pas contribué à améliorer la sécurité du pays. Au contraire, non seulement les disparitions forcées ont augmenté mais aussi d’autres problèmes tels que les détentions arbitraires, la torture et les exécutions extrajudiciaires. Situations dans lesquelles on a constaté la participation directe ou par omission des forces de l’ordre mexicaines à tous les niveaux, depuis les polices municipales jusqu’aux éléments des forces armées de la Marine du Mexique.
Ce sont plus de 35 000 personnes qui ont disparu au Mexique durant les sexennats de Felipe Calderón et Enrique Peña Nieto. C’est un phénomène sans précédent si l’on considère qu’il s’agit de chiffres officiels qui sont loin de refléter la réalité – sachant que beaucoup de familles ne déposent pas plainte de peur de subir des représailles – et que le Mexique, en principe, n’est pas un pays en guerre ni régi par une dictature militaire.
On observe, dans les autres pays d’Amérique centrale, les mêmes tendances de la part des gouvernements qui consistent à accroître la militarisation au nom de la lutte contre l’insécurité, le narcotrafic et la migration vers les Etats-Unis. C’est, par exemple, le but explicite des programmes inclus dans la dénommée Alliance pour la prospérité du Triangle Nord (Honduras, Salvador, Guatemala). C’est aussi l’objectif du gouvernement du Nicaragua lorsqu’il applique des politiques extrêmement répressives à l’encontre des migrants et migrantes et des personnes qui leur viennent en aide. En réalité, ces mesures ont contribué surtout à introduire de nouveaux instruments de criminalisation de la protestation sociale et le contrôle des esprits et des corps. Tandis que les responsables des crimes, des disparitions, des féminicides, de la traite et de la persécution des migrants continuent de jouir de l’impunité.
Rien à célébrer, donc, sauf la force et la détermination de ces mères mexicaines et centre-américaines qui continuent à lutter pour les leurs. Rien à célébrer, sauf cette lutte qui, comme dans d’autres pays latino-américains, a un visage féminin. De même que les mères et les grands-mères de la Place de Mai, en Argentine, la recherche la plus emblématique pour la justice aujourd’hui au Mexique et en Amérique centrale repose spécialement sur ces femmes qui ont décidé de dire BASTA et qui se mobilisent à partir de différents fronts :
dans la rue, en essayant de rendre visible un phénomène dont aucune famille ne peut se considérer à l’abri ;
dans les campagnes et dans le désert, cherchant par leurs propres moyens ces fosses clandestines dans lesquelles demeurent enterrés des milliers de Mexicains et de Mexicaines, de Centre-Américains et de Centre-Américaines, qui ne sont pas des chiffres mais qui ont un nom et un visage ;
dans les prisons, les services de santé et les clubs de nuit, cherchant les disparus en vie parmi les prisonniers, les internés et les victimes de la traite ;
sur le terrain juridique, en faisant pression et en obligeant le gouvernement mexicain à adopter, à reculons, des politiques destinées à freiner les disparitions forcées et à promouvoir l’accès à la vérité et à la justice.
Car la Loi Générale en Matière de Disparition Forcée de Personnes, Disparition commise par des Particuliers et le Système National de Recherche de Personnes, en vigueur depuis novembre 2017, n’est pas un succès du gouvernement mexicain mais des familles des disparu(e)s, qui jusqu’à ce jour continuent de lutter pour que la mise en place de cette loi se fasse avec leur participation et avec un budget adéquat, uniques garanties pour qu’elle soit effective.
Ce 10 mai, depuis la France, nous marcherons avec vous, mères mexicaines et centraméricaines. Nous saluons votre lutte, votre force et votre détermination. Nous savons que le chemin parcouru n’a pas été facile, que les obstacles que vous devez affronter sont nombreux et que la douleur qui vous accompagne chaque jour est immense. Mais nous savons aussi que vous menez une bataille exemplaire, que c’est une lutte pour la justice et la vérité dont les générations futures vous remercieront et que d’ici nous embrassons avec vous.
CAR VIVANTS ILS NOUS LES ONT ENLEVÉS, VIVANTS NOUS LES VOULONS!
JUSQU’À CE QU’ON LES RETROUVE!
SANS LES FAMILLES NON!
Paris, le 10 mai 2018