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El Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México: despojo y explotación
El capitalismo nunca cancela un proyecto totalmente
Lunes 2 de febrero de 2015, por
Para algunos, México es un país con alto potencial para invertir en proyectos y obtener jugosas ganancias, para otros, la gran mayoría de la población, es un país donde las oportunidades de sobrevivir y tener una vida digna son pocas. La desigualdad social que existe en México nos muestra que la política económica impuesta no es para el beneficio del pueblo sino para los capitalistas, grandes empresarios y los gobiernos corruptos.
En nombre del “progreso, desarrollo y modernidad del país” se nos ha impuesto una lista de megaproyectos, como la construcción de carreteras, autopistas, acueductos, presas, termoeléctricas y minas, que significan saqueo, despojo y explotación de los recursos naturales del país. El anunciado proyecto del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (NAICM) es una clara muestra de que la generación de ganancias a través de la implementación de megaproyectos de infraestructura responde solamente a los intereses de la clase burguesa, en este caso del consorcio constructor que encabeza Fernando Romero (yerno de Carlos Slim el hombre más rico del mundo).
El NAICM ya estaba en los planes del gobierno desde el año 2000. Basta recordar la lucha que emprendieron diversas organizaciones y comunidades, agrupadas en el Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra (FPDT), que se manifestaron contra el despojo de tierras que éste significaba, razón por la que en 2002 el gobierno de Vicente Fox se vio obligado anunciar la cancelación del proyecto y la abrogación del decreto expropiatorio que afectaba directamente a los ejidatarios de San Salvador Atenco y Texcoco.
Sin embargo, hoy, a más de 10 años de distancia, podemos darnos cuenta que en realidad el proyecto no fue cancelado totalmente, es decir, lo que fue cancelada fue la propuesta de comenzar a construir en ese momento y el proyecto fue simplemente pospuesto, esperando el momento oportuno para resurgir. Así ahora, en la administración de Enrique Peña Nieto, se presenta de nuevo como uno de los proyectos más ambiciosos del sexenio pues proyecta ser uno de los tres aeropuertos más grandes del mundo.
Proyectado sobre una extensión de 4,431 hectáreas en terrenos federales ubicados en el vaso del antiguo lago de Texcoco, pretenden justificar que no habrá despojo de tierras. Sin embargo, la construcción del NAICM implica además, la construcción y/o ampliación de autopistas, carreteras (un total de diecinueve obras viales), obras hidráulicas, además del establecimiento de grandes centros comerciales, modernos negocios y edificios que, evidentemente, vendrán a cambiar el uso de suelo de los terrenos actuales en donde se encuentran ubicados pueblos y comunidades.
Aunque el gobierno insiste en decir que el NAICM será ecológico y patrimonio de todos los mexicanos, es evidente que no es así. “A nosotros no nos beneficiará en nada, porque uno no usa esos servicios” comenta el señor Esteban Núñez, ejidatario de Atenco, quien también trabaja como vigilante en una zona habitacional para completar sus ingresos. Al preguntarle si está de acuerdo con la construcción del aeropuerto comenta: “Pues aunque no lo estemos, ya es un hecho, viene sobrando nuestra posición”.
Aunque existen grupos organizados de pobladores, ecologistas y académicos que muestran completo rechazo al NAICM, la opinión del señor Esteban deja ver que muchos pobladores de la región manifiestan indiferencia o, cuando menos, impotencia por el asunto. Existe también un desdén oficial y falta de información por parte del gobierno y sus representantes políticos dentro de las comunidades que serán afectadas directamente. Es importante mencionar también la participación de grupos que han vivido siempre bajo el cobijo de los partidos políticos (como Antorcha Campesina, entre otras organizaciones clientelares priistas) promoviendo los supuestos “beneficios” del NAICM. Estos grupos, como siempre, están esperando a que les toquen algunas migajas del pastel, en forma de diputaciones y alcaldías locales o de negocios y concesiones personales.
El panorama que se nos presenta con la implementación del proyecto del NAICM es difícil, pero no debe desanimarnos, al contrario, debe impulsarnos a seguir organizándonos por buscar mejores condiciones de vida para la población ya que, como sabemos, al gobierno no le importa la vida del pueblo, pues sin ningún remordimiento desaloja familias enteras y las despoja de su patrimonio (construido con el esfuerzo de años) o las despoja de sus parcelas, para garantizar el negocio de empresarios de la construcción, como lo hicieron en el predio “El Barco” ubicado en el kilómetro 12 de la autopista Peñón-Texcoco, en los ejidos de Tocuila, donde desalojaron y demolieron más de 60 viviendas ya que se pretende ampliar dicha autopista.
Debemos tener claro que no nos oponemos al “progreso, al futuro y a la modernidad”, como gritan y vociferan los actuales gobernantes, representantes de la burguesía. Nosotros nos oponemos a que el progreso económico de unos cuantos ricos y poderosos signifique sólo despojo para el pueblo, nos oponemos a que la pretendida modernidad neoliberal sólo signifique explotación brutal de nuestra fuerza de trabajo y a que el futuro que le espera a nuestros hijos sea sólo el de presenciar más saqueo y devastación ambiental. Los proyectos como el NAICM no sólo afectarán a los ejidatarios o pobladores de Atenco y Texcoco, sino que repercutirán en toda la región, pues el hambre y sed del capital es tan grande que atraviesa regiones enteras, pueblos y culturas, para imponer su poder.
La lucha contra el proyecto del NAICM desde el año 2001 nos deja una importante lección: si nos organizamos, resistimos y luchamos es posible hacer que sean suspendidos temporalmente los planes del capital, pero eso no significa una victoria completa y definitiva. La lucha no termina con la cancelación de tal o cual proyecto, porque tarde o temprano se presentan otros problemas. Al luchar contra los megaproyectos debemos también aspirar a luchar por una sociedad más justa, donde la miseria, la pobreza y la represión no sean el pan de cada día.
Los encuentros, foros, eventos y movilizaciones que se realizan para denunciar y comenzar a combatir las diversas problemáticas que amenazan a las comunidades, pueblos y barrios nos sirven para entender que nuestros problemas no son únicos, no se circunscriben solamente al lugar donde vivimos y que tenemos mucho en común con otras personas que también se organizan. Debemos seguir fomentando la organización y promoviendo que el pueblo tome conciencia que tenemos un enemigo en común a vencer: el capitalismo.
NOTA: Este artículo fue publicado como parte de la sección DESPOJO del No. 5 de FRAGUA, órgano de prensa de la Organización de Lucha por la Emancipación Popular (OLEP), en circulación desde el 18 de enero de 2015.
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