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¿Qué nos dejó la Influenza A?
Sábado 11 de abril de 2020, por
Pareciera que con el regreso a actividades todo hubiera quedado borrado del pánico que durante unos días sufrimos, al menos en México, por los brotes de una “misteriosa” y “desconocida” epidemia bautizada en un principio como Fiebre Porcina.
Los partidos, enfrascados en un proceso electoral para variar antidemocrático, ya se saborean los resultados de una eficaz política del shock social que tantos frutos ha rendido en etapas preelectorales en el vecino país del norte. Y ya podemos ver los primeros mensajes en los medios masivos de comunicación destinados a entronizar a algunos “héroes” y eficaces luchadores (¡!!) contra el crimen organizado, la epidemia… entre otros jinetes de un apocalipsis que deja jugosas ganancias a las farmacéuticas, supermercados, televisoras, ejército y policía mientras que enflaquecen y menguan el ánimo y salud mental de un pueblo de por sí apabullado por los estragos de una crisis económica de su “flamante” sistema capitalista.
Nuevamente, nos enfrentamos al bombardeo por vivir lo instantáneo y dejar de lado la memoria. Es decir, nos enfrentamos a la campaña de dejar atrás y olvidar todos los reclamos por esclarecer el origen de lo que bien pudo ser un “ataque biológico” en la Ciudad de México. Aún me sorprende el mensaje que un ex compañero periodista cuyo trabajo es cubrir presidencia: “ataque biológico en la Ciudad de México, sueltan virus en el aire…”, palabras colgadas en el chat, es decir, lo que se rumorea en los pasillos…
A manera de un pequeño recuento de escepticismo y de las incongruencias de la información oficial de este proceso, les presentamos las siguientes reflexiones.
Un día antes de la suspensión de clases en todos los niveles de educación, las noticias sobre casos influenza “atípica” aún ocupaban pequeños recuadros junto a las notas menores en los diarios alarmistas, sólo algunos medios impresos ya anunciaban las demandas de los sindicatos de trabajadores del Seguro Social por medios de protección y vacunas ante los casos sus compañeros que fallecieron como primeras víctimas de lo que se nos anunciara más tarde como “gripe porcina”.
Para el día jueves, el gobierno federal empleó la táctica del shock que visualmente impactante y certera nos muestran Alfonso Cuarón y Naomi Klein http://www.youtube.com/watch?v=_nNJM0kKrDQ, al anunciar a las once de la noche, la suspensión de clases por una epidemia de influenza. El resultado fue efectivo: los teléfonos sonando a media noche entre vecinos y amigos para comentar la medida imprevista. Muchos incluso se enteraron del cierre de aulas hasta encontrarse en el lugar.
La información insuficiente y la justificada desconfianza de la sociedad civil ante un gobierno corrupto e incompetente (ya no se diga ilegítimo) despertó la suspicacia de una tradicional “cortina de humo” ante una acción misteriosa del gobierno en temas económicos o en detrimento de los derechos sociales.
Y aunque la sabiduría popular no andaba despistada, todavía faltaba una segunda fase en la campaña del Estado para inmovilizar a la sociedad: la salida a la calle del ejército para repartir cubrebocas, la “recomendación” de permanecer en casa y no participar en reuniones, los datos incongruentes, las recomendaciones médicas contradictorias, y la muerte de más y más infectados.
Mientras que los siempre leales medios electrónicos participaban en su campaña de “heroísmo” de las autoridades de salud y gobierno responsables, dejando por un momento sus frivolidades cotidianas y empeñándose por aparentar estar actuado con suma resposabilidad.
Cuando las madres trabajadoras comenzaron a protestar respecto a dónde dejarían a sus hijos ante el cierre de escuelas y guarderías, incluso en algunos de los casos como en el Congreso de la Unión se les regresó a sus hogares por pretender cuidar a sus niños en su área laboral ante la ausencia de familiares o quien cuidara a los niños, se plantea el paro de labores en el sector burocrático y el cierre forzado de los talleres y labores de autoempleo.
En su mensaje por cadena nacional, nuevamente a las once la noche (29 abril de 2009), la voz llena de altibajos de Felipe Calderón buscaba con una emoción acartonada el fervor nacionalista que tanto éxito le ha proveído a los regímenes totalitarios. Discurso en el que se formalizaba un paro de labores (congelando con ello también la tradicional movilización del primero de mayo). La “recomendación”: no salir de casa. O sea, permanecer atónitos y dispuestos ante los medios electrónicos y su bombardeo de propaganda oficial y publicidad. Mientras se cocinaba un frene milagroso de la enfermedad, no así el de los decesos de pacientes mal diagnosticados y peor atendidos.
Surgen entonces las preguntas de varias personas que se sacuden del marasmo: “si era un virus totalmente desconocido “por el mundo” (en palabras de Calderón) cómo es que curiosamente existen un tratamiento con antivirales como el Oseltamivir y Zanamivir propiead de los laboratorios Roche y Glaxo Smith Kline quienes son los únicos que salen beneficiados con la enfermedad de miles y el pánico de millones.
Si el tratamiento es realmente efectivo como ese explica la alta tasa de mortalidad, mas cuando en el país vecino los casos confirmados parecen salir exitosos. ¿Está dando el estado mexicano atención oportuna a las personas afectadas? ¿Es el diagnostico certero y confiable?
Es tolerable pensar ante la advertencia del Sindrome Respiratorio Agudo originada en Asia, el gobierno mexicano enfrascado en sus política neoliberales haya desmantelado nuestro sistema de salud, dejándonos vulnerables ante este tipo de situaciones. Es inaceptable que no contemos con la capacidad técnica para la producción en masa de vacunas y tengamos que depender de laboratorios extranjeros para el correcto diagnostico de estos casos.
Para una cepa nueva influenza del que se dice tener componentes de tipo porcino, aviar y humano, es imperativo investigar sobre su origen, pues a diferencia del SARS que en Asia estaba relacionado a la industria avícola, las personas afectadas por esta cepa no parecen estar vinculadas a este tipo de actividades. Podremos rastrear el origen de este ’nuevo virus’ hasta las cloacas de de la industria porcícola o por el contrario nos quedaremos con la interrogante de que fue producto de algunas mentes perversas en algún laboratorio.
¿Se habrá atrevido esta mafia en el poder a desafiar a la naturaleza, y liberar alguna de sus creaciones con el fin de crear un estado de shock colectivo?
El regreso a las actividades y a nuestras relaciones humanas cotidianas podrían integrar estas reflexiones en nuestras conversaciones, ¿o nos quedaremos esperando que una nueva epidemia, o la tan amenazada recaída nos sumerja de nuevo en el shock y la inmovilidad?