Palos, piedras y un ímpetu no visto desde hace mucho en el DF, hombres y mujeres encapuchados rechazaron a Peña Nieto sin convencionalismos: rompiendo y destruyendo todo símbolo de opresión a su paso. Sin flores ni consignas, sólo un puñado de rocas lloviendo sobre los policías mientras esquivaban las que éstos les regresaban, junto con balas de goma y gas que se mete en la piel como y en la garganta por horas.
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