A veces, cuando escuchamos que alguien es profesor de asignatura en la UNAM, inmediatamente se nos viene a la mente alguien con cierta posición económica, un “intelectualón” que tiene su automóvil, su departamento atiborrado de libros y quizás dos gatos. Así, cuando el profesor de asignatura se queja por sus condiciones de trabajo, la gente lo mira con una sonrisa condescendiente y dice: “¿de qué se queja éste?”
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