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Especulación inmobiliaria y autogestión juvenil

Sábado 26 de noviembre de 2016

Martha Pérez Said*

La madrugada del pasado 22 de noviembre a las 2:30 horas, mediante un operativo policiaco desmedido, fue tomado por asalto el espacio cultural autónomo Chanti Ollin, ubicado en avenida Melchor Ocampo 424, esquina río Elba, en la colonia Cuauhtémoc, de la CDMX.

Aproximadamente 500 granaderos, policías de investigación, camarógrafos con escaleras, camionetas con reflectores y un helicóptero irrumpieron por la fuerza y con lujo de violencia en el inmueble y rompieron las ventanas y los balcones del segundo piso. Entraron sin mostrar una orden judicial expedida por un tribunal, sin notificación previa de desalojo. Incluso allanaron los edificios vecinos para abrirse paso. En pocos minutos los elementos ya estaban dentro del lugar haciendo revisión y cateo. Fue un acto de represión para cobijar la especulación inmobiliaria en la ciudad de México. El edificio no les importa en lo absoluto; lo que quieren es el terreno para hacer un megaproyecto que no tiene nada que ver con lo comunitario, con la actividad cultural, con la preocupación por la humanidad, sino con los negocios.

Este edificio, al igual que muchos predios en la Ciudad de México, fue abandonado por sus ex arrendatarios hace muchos años. El dueño murió, la compañía arrendadora quebró y el predio quedó intestado. Fue entonces que, a partir de 2003, un grupo de jóvenes emprendió la tarea de convertirlo en un espacio cultural y comunitario. Abriendo el espacio como un punto de encuentro para los jóvenes, así como también para los movimientos sociales, se ocupó el inmueble con arte, cultura y ecología.

En los 13 años de existencia del Chanti Ollin se han dado cientos de talleres, conversatorios, presentaciones musicales, funciones teatrales. Se ha dado cabida a muchos jóvenes que carecen de un lugar donde manifestar su trabajo artístico y comunitario. Desde el Chanti se han organizado numerosas brigadas y caravanas de trabajo voluntario en comunidades indígenas y campesinas, así como en numerosos barrios de la zona metropolitana. Sin embargo, al mismo tiempo, el proyecto ha sido objeto de difamaciones y de persecución e investigación política.

El Chanti Ollin forma parte de un proceso organizativo y creativo del que participan miles de jóvenes en la Ciudad de México, en el país y en el mundo. Un proyecto que defiende los derechos de sus habitantes frente a proyectos que atropellan los territorios, el medio ambiente y la economía de sus habitantes. Desde ese espacio se han gestado identidades, oportunidades de desarrollo, sentido comunitario, una interpretación del mundo y proyectos de vida que la sociedad y las instituciones hoy día no tienen para los jóvenes en nuestro país. Grupos como el Chanti actúan de manera colectiva con total independencia con absoluto compromiso y sin ningún objetivo de lucro.

Uno de los elementos más importantes es la promoción de capacidades para generar una conciencia crítica y democrática que tenga la intención de modificar y mejorar la realidad. Sus integrantes construyen alianzas, forman redes con otras organizaciones que enfrentan problemas similares, generan conocimientos y construyen ciudadanía.

Desafortunadamente, no son pocos los académicos y políticos que no reconocen los aportes que grupos como el Chanti realizan. Son "los adultos", que hablan sobre los jóvenes sin reconocerles el derecho de que los mismos jóvenes hablen de sí mismos. Sin embargo, los integrantes de Chanti Ollin, con formas que se renuevan y tienen un impacto en la sociedad, han elaborado su propio relato.

Formas de organización como las de Ollin se practican y crecen diariamente en muchos países y forman parte de una forma en la que los jóvenes se incluyen, participan, construyen, deciden se hacen ciudadanos del mundo. Estas formas además, están aliadas globalmente y son una propuesta seria de organización que está llamando la atención sobre la política y los modelos económicos. Estos jóvenes, desde muchas partes del mundo, están alzando su voz y realizando un trabajo cotidiano para salvar al planeta.

Sin embargo, estas acciones no son reconocidas y en este momento son motivo de represión en la Ciudad de México. Hoy, cientos de policías emplazados afuera del espacio que ocupa el Chanti se encuentran amenazando la propuesta, la libertad de los jóvenes que hoy día y de manera cotidiana, autónoma y autogestiva elaboran propuestas para mejorar la vida de todos en la ciudad y en el país. Se hace necesario hacer un llamado urgente a las autoridades responsables de este acto represivo a que retiren a sus policías, que respeten el trabajo de los y las jóvenes y a la sociedad a que apoye esta propuesta.

* Maestra en desarrollo comunitario

http://www.jornada.unam.mx/2016/11/25/opinion/024a1pol

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