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Algunas precisiones sobre el pacifismo y el infantilismo de izquierda

Sobre la ambivalencia de la pequeña burguesía

Lunes 24 de agosto de 2015, por OLEP

Este artículo puede que parezca estar fuera de tiempo porque, a más de nueve meses de la desaparición forzada de 43 los estudiantes de la Normal Rural “Raúl Isidro Burgos”, la algidez del movimiento por su presentación con vida ya no es la misma. Sin embargo, por esta misma razón, las diferentes posiciones, alternativas y contradicciones políticas han dejado de expresarse con la claridad con la que se manifestaron en esos momentos de manera masiva y abierta, en el actuar y en los escritos de las diferentes organizaciones y personas que tomaron parte de la lucha en el tiempo de mayor actividad.

En el momento actual pareciera que ese torrente de inconformidad regresa a su cauce cotidiano y a sus debates normales, con la excepción de la coyuntura electoral. Sin embargo, las posiciones políticas, los grupos políticos que las expresan y sus contradicciones permanecen, incluso algunas se ahondan y se continúan manifestando en el diferente quehacer y en las distintas interpretaciones del momento político y, por ende, en las diferentes propuestas políticas.

En este artículo hablaremos fundamentalmente de dos posturas muy criticadas desde el movimiento independiente socialista y comunista: el pacifismo y el infantilismo de izquierda. Consideramos que es importante profundizar esta crítica para elevar el nivel de conciencia proletaria del pueblo que participa en la lucha social y para señalar los límites de estas posiciones a quienes comienzan su participación en la misma y se sienten “instintivamente” atraídas por alguna de dichas posturas.

Hay críticas comunes que se hacen a las dos posturas antes mencionadas:

1. Ambas no organizan o incluso desorganizan.

2. Ambas fortalecen las posiciones del Estado y obstaculizan el desarrollo del movimiento social con un carácter de clase proletario. El pacifismo porque mediatiza el descontento, el infantilismo de izquierda porque aborta procesos organizativos con sus acciones ultra radicales.

3. Ambas posturas no tienen objetivos.

4. Ambas no tienen ningún efecto en el movimiento social.

Sin embargo, consideramos importante hacer ciertas precisiones a estas críticas y profundizar en algunas de ellas.

Para iniciar, debemos decir que como socialistas luchamos por la paz y ése no es el debate de fondo ni el punto en cuestión. El asunto se dirige a criticar los planteamientos y formas organizativas que se presentan como alternativas para responder ante ciertas acciones del Estado en contra del pueblo organizado y en advertir ciertos aspectos que consideramos erróneos al criticar las dos posturas políticas antes mencionadas.

En primer lugar, se critica que ni el pacifismo ni el infantilismo de izquierda organizan al pueblo. Esta crítica es cierta en la medida en que los grupos que se autodenominan de “acción directa” no pretenden organizar a miles y se quedan en formas y planteamientos que organizan a pocas personas; pero también la crítica no es del todo acertada porque ellos sí se organizan y sus acciones son resultado de esa organización interna.

Con respecto al pacifismo: su sueño es organizar a millones y así cambiar las cosas; en este sentido, busca organizar a muchas personas, pero su deseo no va más allá de eso y, por ello, no encuentran las formas adecuadas para la organización de los millones que sueñan con organizar. Sin embargo, ellos sí se organizan y hasta perfeccionan sus formas de organizarse.

En segundo lugar se critica que ambas posturas no tienen objetivos. Sí los tienen. Fundamentalmente, el pacifismo busca superar el neoliberalismo y el infantilismo de izquierda, el capitalismo. Sin embargo, las formas organizativas son las que les impiden avanzar en la organización masiva y en el logro de sus objetivos, pues ambas posturas tienen un mismo origen: su carácter pequeñoburgués.

En el pacifismo se expresa el carácter cobarde, vacilante e indeciso de la pequeña burguesía y el temor de la misma a que el pueblo rompa con las cadenas del terror y se defienda de cualquier manera posible. En el infantilismo de izquierda se expresa su carácter ultra radical, que busca cambiar las cosas de manera “rápida” y que en el fondo desprecia a la mayoría del pueblo inconsciente de sus propios intereses históricos. Ambas posturas se expresan con formas particulares en lo organizativo, en las justificaciones de sus acciones y en sus consignas, en cada coyuntura específica.

Ambas posturas cuentan con objetivos, organizan a sus miembros, pero al mismo tiempo retardan la construcción de la conciencia proletaria en la parte del pueblo en la que influyen y en ese sentido pueden desorganizar a las nacientes fuerzas del movimiento con conciencia proletaria o aislar a las ya existentes, porque debemos reconocer que influyen en el pensamiento y acciones del pueblo con el que trabajan, que “instintivamente” se identifica con cualquiera de estas dos posturas.

Al ser expresión de la ideología pequeñoburguesa, ambas posturas son presa fácil de la ideología burguesa, son idóneas para manifestar la ideología de esta clase dentro del movimiento social en los aspectos organizativos y en las propuestas políticas.

Es preciso tener bien claro lo anterior para, en primer lugar, no ir a la zaga del movimiento pacifista o del infantilismo de izquierda, como cuando se siguen sus alternativas políticas como la Constituyente Ciudadana y Popular o la realización de acciones políticas aisladas del pueblo y sin ninguna explicación ni participación del mismo y, en segundo, para insistir en que en el presente periodo de la lucha es necesario que las fuerzas socialistas-comunistas construyamos nuestras propias fuerzas: organicemos, eduquemos y trabajemos desde una perspectiva de clase proletaria, sabiendo ligar la necesidad de la superación del capitalismo con la lucha diaria de los miles de trabajadores descontentos y sin alternativa.

NOTA: Este artículo fue publicado como parte de la sección DEBATE del No. 9 de FRAGUA, órgano de prensa de la Organización de Lucha por la Emancipación Popular (OLEP), en circulación desde el 3 de agosto de 2015.

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