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Megaproyectos contra todos, todos a organizarnos contra ellos

Pueblos, barrios y comunidades contra la voracidad capitalista

Martes 23 de junio de 2015, por OLEP

El capitalismo, como se dice por ahí, “no se toca el corazón” por nadie. Es una máquina devoradora que sólo genera riqueza para unos cuantos, sin importarle que la mayoría del pueblo sea el que trabaje para esos cuantos que se quedan con inmensas riquezas.

En México, los capitalistas han visto que pueden invertir en desarrollos de tipo inmobiliario y de infraestructura para sobrevivir y para seguir devorando cuanto se les ponga enfrente. El sector minero es de los principales pilares del capitalismo, en este sector las actividades de explotación y extracción desmedida de recursos naturales se han diversificado al máximo. Sobrevivir y expandirse aunque haya que matar a los seres humanos y a los ecosistemas, es la consigna de la megaminería.

En otras ramas de la producción, tenemos ejemplos como el de María Asunción Aramburuzabala (ex dueña del Grupo Modelo), la cual posee acciones en el sector salud, la agroindustria, las telecomunicaciones, etcétera, lo que la ha hecho la mujer más rica del país. Y, no podía faltar, Carlos Slim, sus negocios se encuentran también en telecomunicaciones, minería, salud y, ahora, con la reciente privatización de PEMEX, se prepara para invertir en la extracción y refinación de petróleo.

Estos y más empresarios son los principales inversionistas en diferentes megaproyectos que los distintos gobiernos están dispuestos a apoyar, aunque eso signifique dañar los ecosistemas y tener que expulsar a los habitantes que se encuentren en la zona escogida para dichos proyectos. Muchos casos son los que ejemplifican esta situación. Podemos mencionar las expropiaciones para crear megacarreteras, los permisos para abrir minas contaminantes o basureros de desechos tóxicos, las construcciones de gasoductos y plantas termoeléctricas, la privatización de manantiales para dotar de agua a las zonas residenciales, en fin, nunca acabaríamos.

Algunos de los megaproyectos que mencionamos suelen efectuarse en la periferia de las grandes ciudades, es decir, donde vive la gente pobre. Quienes elaboran los megaproyectos piensan que no habrá oposición y que si hay algún tipo de afectaciones será “solo poquito”. Y ocurre todo lo contrario: los megaproyectos acarrean despojo, saqueo y explotación en grandes cantidades, no sólo “poquito”.

Recientemente, hemos visto cómo pueblos enteros han levantado la voz en contra de que se consume el despojo de sus tierras y de sus recursos naturales o en contra de la construcción de grandes obras que perjudicarán su forma de vida y pondrán en riesgo a la población vecina.

En las ciudades estos proyectos también existen, un ejemplo continuo es la creación de nuevas zonas de vivienda y la redensificación de las ya existentes, atentando contra barrios y colonias completas, destruyéndolos para poner edificios lujosos o, simplemente, a los que les cabe más gente. Así, ciertas zonas de las ciudades son ofrecidas por los gobiernos a los empresarios, a los cuales les dan las garantías de que no habrá oposición de los que vivan allí y sus sueños empresariales serán cumplidos.

¿Cómo aseguran los gobiernos estas garantías? Sencillo, dirá el gobierno, pues ya tiene experiencia en ello, lo primero será tratar de no dar información sobre los proyectos, los vecinos llegamos a enterarnos a través de medios como los periódicos o la radio; así, sin información, los vecinos no saben lo que está por venir. Si de alguna forma los vecinos se enteran de esos proyectos, lo primero que hacen los gobernantes es tratar de negar el asunto, decir que son rumores, que no hay que hacer caso, que no hace falta protestar ante un “proyecto inexistente”.

Todo cambia cuando comienzan a surgir las pruebas que demuestran que los megaproyectos no son “mentiras” ni “rumores”, es ahí cuando el gobierno pone a prueba una fase más agresiva, usando a los grupos y líderes que controla para desacreditar a los que protestan, para comenzar a dividir a la población de los barrios, pueblos o colonias que comienzan a darse cuenta del peligro que se avecina y de la necesidad de organizarse. Dichos “líderes” trabajan para generar desconfianza entre vecinos y pobladores, destruyendo el tejido social de pueblos, barrios y comunidades.

En otros casos, son los mismos grupos empresariales, con el visto bueno y la aprobación de los gobernantes, los que trabajan para generar división entre los pobladores y vecinos, ofreciendo prebendas a algunos o prometiendo que “no a todos les va a ir mal”, que el que sí se ponga las pilas sí va a alcanzar a “subirse” al tren del progreso y hasta va a agarrar chamba cuando los proyectos estén acabados, etcétera. Tanto en el campo como en la ciudad operan de esta forma, casi no hay distinción.

Cuando las promesas, los rumores y las prebendas ya no son suficientes o dejan de surtir efecto, gobiernos y grupos empresariales, urgidos de llevar a cabo sus proyectos, incluso llegan a patrocinar y a apoyar la formación de grupos armados no oficiales (paramilitares) para reprimir, intimidar y hasta eliminar a aquél que se oponga o alce la voz. Para el capital no hay límites, así tenga que llevar a cabo la destrucción de familias, de los recursos naturales, del tejido social de pueblos, barrios y comunidades, lo importante siempre será la ganancia.

La OLEP trabaja hoy en algunos de esos lugares donde el gobierno y los empresarios burgueses pretenden llevar a cabo megaproyectos de despojo y privatización. En el desarrollo de nuestro trabajo organizativo, nos hemos dado cuenta de que es prioritario que la información llegue a todos, no sólo la información de los proyectos, sino el trasfondo: los intereses, la estructura y, sobre todo, cómo es que el sistema capitalista es el que origina estas condiciones no sólo a nivel local sino en todo el país. Hablamos con la gente de la necesidad de ver más allá de estos proyectos, organizarnos y superarlos, fomentando y creando organización permanente, para dar pasos seguros rumbo a la transformación del sistema capitalista.

NOTA: Este artículo fue publicado como parte de la sección DESPOJO del No. 8 de FRAGUA, órgano de prensa de la Organización de Lucha por la Emancipación Popular (OLEP), en circulación desde el 13 de junio de 2015.

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