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El trabajo colectivo en las ciudades

Semilla KH-2

Viernes 5 de junio de 2015

Las intervenciones de los subcomandantes zapatistas en las sesiones del 5 de mayo estuvieron dedicadas a la organización. Organizarse, organizarnos son las ideas-eje de la propuesta del EZLN frente a la tormenta que viene. De esas intervenciones rescatamos algunas cuestiones generales que pueden ayudarnos en la siembra del pensamiento crítico:

1. El punto de partida de la organización es garantizar la supervivencia: es necesario crear las formas para que la organización tenga continuidad y para que quienes participan en ellas también puedan vivir y luchar: que el trabajo asalariado, obligado no maten la lucha.

2. El primer y gran problema de la organización es su relación con el capitalismo y en particular con el dinero. Desde su concepción, la organización debe evitar ser totalmente dependiente de las relaciones capitalistas, debe evitar reproducir las relaciones capitalistas en sus prácticas y debe luchar por extender lo más posible las relaciones y prácticas no capitalistas que impulsa como organización revolucionaria.

3. El modo zapatista de combatir el capitalismo es el trabajo colectivo: las autoridades, las encargadas de educación, salud o producción NO reciben un sueldo sino un apoyo en el trabajo del campo que les asegura su subsistencia. Además, el trabajo colectivo hace más rápido y mejor las tareas e iniciativas: hay un aprendizaje colectivo y la creación de una fuerza que ninguna familia o individuo pueden tener. El trabajo colectivo permite hacer trabajos que los individualistas no podrían por más que se esfuercen.

4. La organización debe crear opciones que sean la "crítica en actos" del capitalismo. De poco servirá copiar los conceptos y las prácticas de las grandes empresas capitalistas en cualquier actividad, por más "exitosas" que parezcan: al copiar esas experiencias sólo reproducimos y por lo tanto fortalecemos al capitalismo.

Colocando nuestra mirada en las ciudades, muchas preguntas, muchos cuestionamientos surgen.

La primera es la de los medios de vida ¿Cómo podemos crear una base mínima para romper la dependencia frente al capitalismo, para dejar de tener que vendernos como trabajadoras asalariadas? Las islas autónomas que vemos crecerse en las ciudades tienen nexos sólidos con la paga que se recibe como engrane de la máquina capitalista ¿Será que sólo la propiedad (por ejemplo, un pedazo de tierra) permite crear esa base autónoma? Parece evidente que ni toda la tierra alcanza para que todas las citadinas tengamos los medios de vida mínimos. Además es necesario mirar que la vida en las ciudades, la división del trabajo y las relaciones sociales han alcanzado una gran complejidad, por lo que la crítica de estas realidades debe ser igualmente compleja. Nuestras sociedades citadinas están basadas en actividades distintas del cultivo de la tierra y la producción de alimentos, por lo que los conocimientos de las citadinas para construir otro mundo caminan otras rutas: la producción industrial, los servicios para la vida como la salud y la educación.

Podemos comenzar nuestra crítica por la misma ciudad, esa megamáquina, esencia y producto típico del capitalismo. No siempre las ciudades fueron vistas como los monstruos devoradores que hoy vivimos. Largo tiempo la ciudad fue el espacio en que tuvo lugar la socialización de lo humano; el territorio imaginado y construido para combatir la escasez, combatir la idea de un gobierno por mandato divino. Típicamente, la ciudad fue el lugar de la difusión y enriquecimiento de las reflexiones y prácticas transformadoras, a través de la crítica de las religiones y de los descubrimientos sobre el funcionamiento del mundo, entre muchas otras prácticas.

Debido a su vocación de crecer, crecer sin límites primero hacia el horizonte y luego, al alcanzar sus límites, hacia arriba con los multifamiliares y los rascacielos, la ciudad se fue convirtiendo en una enorme trituradora donde se impone la racionalidad de competir para sobrevivir.

La ciudad rompió las antiguas relaciones de independencia donde los pequeños productores tenían sus medios de vida, o al menos una parte de ellos. La figura típica de esta independencia era la sociedad de pequeños artesanos que completaban su producción de textiles, alfarería, trabajos de construcción, etc., con un huerto familiar, la propiedad de su vivienda, la confección de sus vestidos, la preparación de sus alimentos, en suma, con el control de gran parte de su reproducción como familia o tribu. La proletarización de las masas, saludada por teóricos y luchadores sociales como avances hacia la libertad, significó la creación de una dependencia casi total frente a la sociedad del poder y el dinero.

En efecto, la moderna ciudad capitalista se caracteriza por lograr la casi total dependencia del dinero para vivir: todo, literalmente todo lo necesario para el mínimo de la vida es mercancía: alimentos que se cultivan en otras partes, viviendas que se alquilan, trabajos formales o precarios que entregan dinero a cambio de tu tiempo, y hasta los derechos sociales como la salud y la educación se han convertido en mercancías. En suma, para vivir en las ciudades DEBES obtener dinero, por cualquier medio y so pena de perecer de hambre, de enfermedad. De ahí que las ciudades sean el bastión principal de la dominación capitalista: es en la ciudad donde mejor y más rápido se reproduce y fortalece el capitalismo.

Por ello, porque la ciudad es un laberinto sin salida conocida, organizarse en la ciudad necesita que INVENTEMOS nuevas vías, que, para empezar, logren dos cuestiones esenciales:

1. Enlazar las islas de autonomía entre sí y con otras experiencias que, a su modo, también luchan contra el capitalismo.

2. Proyectar la reapropiación de los medios de vida existentes. Se trata de que los medios con los cuales reproducimos al capitalismo sean OKUPADOS y puestos a funcionar para dar satisfacción a las necesidades decididas colectivamente. Esa reapropiación deberá ser crítica, pues buena parte de los medios de producción actuales están ligados a la producción de muerte, y por ello, deberán transformarse hacia la producción de vida e incluso desaparecer (por ejemplo, la industria refresquera, la producción de pesticidas, etc.). Otras actividades deberán ser transformadas radicalmente, tal es el caso de la educación que apendeja o la salud que te mantiene enfermo para alimentar la industria médica.

El horizonte de la vida en una ciudad revolucionada es la libertad construida por el trabajo colectivo, donde las tareas obligatorias y sobre todo las penosas, cederán progresivamente su lugar frente a las prácticas de creación y diálogo colectivos. Por esa vía, podemos avanzar en el entendimiento y la crítica del cómo vivimos en las ciudades. Entender es la base de la crítica: la crítica sin entendimiento es grito vacío y estéril. Entendernos y mirarnos como parte de las relaciones capitalistas nos permite imaginar y construir salidas del laberinto.

En lo que toca a los medios: SIR. Una modesta proposición

La reflexión zapatista nos deja también con la tarea de pensar y construir primero la supervivencia de los medios libres y luego la autonomía. En general, nuestros espacios de comunicación han crecido como actos de dar: de entrada hemos expulsado de nuestros espacios tanto al trabajo asalariado como al dinero: nunca hemos cobrado por hacer una entrevista, por abrir los micrófonos a alguna lucha; nunca hemos recibido dádivas ni patrocinios: nuestro espacio se mantiene del trabajo colectivo, de nuestras cooperaciones voluntarias y de donaciones desinteresadas. Pero el capitalismo y su hijo predilecto, el dinero, regresan constantemente por la ventana: aunque nosotras no tenemos paga ni vendemos nuestro hacer, los equipos, el internet, los transportes, la comida y el largo etcétera que es nuestra vida cotidiana, nos obliga a conseguir dinero para hacer frente a la necesidad de contar con los medios e infraestructuras para la comunicación. Quedemos por ahora con esa pregunta abierta ¿cómo puede ser autónomo un medio libre?

En su texto Medios, tercios, cuartos, el Subcomandante Galeano propuso una tarea histórica para la organización revolucionaria: Derribar el edificio completo del capitalismo, hasta los cimientos y construir otro pero horizontal. En esta tarea es esencial el saber dónde golpear y cómo golpear. Intentando trasladar estas ideas a las prácticas de los medios libres lanzamos esta modesta proposición que busca combatir uno de los nodos del poder de los medios de paga: la especialización.

Los medios de paga concentran la "información" sobre nuestras sociedades y la transmiten de modo parcial y mentiroso. Uno de sus grandes poderes es contar con los recursos para conocer lo que está pasando dentro del país y en todo el mundo. Los medios libres en cambio, tenemos una palabra apegada a las luchas pero nuestro alcance, a pesar de las redes, es limitado porque somos pocas frente a lo gigantesco de la tarea por realizar.

El Sistema de Información de la Resistencia (SIR) es una propuesta para hacer trabajo colectivo y generar las redes de información de las luchas sociales en México y el mundo. Siguiendo la experiencia de las luchas sociales que han creado sus propios espacios de comunicación, como es el caso del EZLN, del CGH de la UNAM, de las comunidades indígenas por todo el país, se trata de crear una red pero no de espacios o iniciativas sino de MENSAJES que permitan conocer y difundir lo que pasa y lo que se hace en la geografía de las luchas sociales.

La propuesta es simple y sencilla de realizar:

1. Redactar un párrafo, una página, un texto, sobre el tema que queremos comunicar. Para la libre expresión no hay sucesos o pensamientos más importantes que otros. Lo que se busca es romper la incomunicación en que vivimos y para ello es tan valioso el contar el apañón en el barrio como la ocupación de tierras o la lucha en las barricadas.

2. Grabarlo con cualquier medio al alcance: teléfono celular, grabadora, computadora y para quienes no cuenten con ello, están los buzones de los medios libres (el de la Ké Huelga es el teléfono 84 214 102).

3. Hacer circular tu mensaje a través de: un periódico mural, un correo electrónico, un sitio de facebook y/o entrando en contacto con los medios libres.

Si cada lucha social en el país realizara ese trabajo colectivo, tendríamos un material suficiente para retratar la realidad de nuestras luchas y, por ese medio, fortalecer los lazos entre organizaciones, colectivas e individuas en movimiento.

Algunas indicaciones elementales:

Para que la información pueda comunicar necesita de ciertos elementos que no pueden faltar: indicaciones de tiempo y de lugar (cuándo, dónde); indicaciones de qué se habla (qué pasó) y de quién lo hizo (quién). Esos cuatro elementos permiten entendernos: cuándo, dónde, qué y quién son el mínimo para que un mensaje sea comprendido por quien lo recibe. El resto vendrá poco a poco…


Posdata. Como modesta proposición, el SIR es apenas una idea para la lucha. Aunque parece aún un poco vaga, esta idea tiene como fundamento una de las prácticas con la que los medios y espacios libes de comunicación hemos agrietado el muro de la comunicación de paga: la acción descentralizada. Se trata de liberar la creatividad y que surjan escuchas, relatoras, retransmisoras de todo tipo y por todas partes. Lo que da sentido a este trabajo colectivo es el objetivo común: dar a conocer el rostro de nuestras luchas, eso sí, cada quien a su modo. Nuestro mundo es el de la diversidad…

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