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Lucha de clases y movimiento estudiantil

Hoy estudiante, mañana trabajador

Martes 6 de enero de 2015, por OLEP

En algunos carteles que portaban los estudiantes del Instituto Politécnico Nacional (IPN) durante las primeras movilizaciones en contra de los cambios al reglamento interno de dicha institución, se leía la consigna: “No quiero ser obrero, quiero ser ingeniero”. Ante esta frase una pregunta salta a la mente: ¿la lucha del Politécnico se reduce a la defensa del “prestigio” personal de los estudiantes de ingeniería? ¿Es correcto responder al apoyo recibido por los trabajadores con desprecio por su labor como obrero?

La respuesta a estas preguntas debe considerar un doble proceso en el marco de las políticas neoliberales impuestas por el gobierno. Por un lado, la elitización de la educación superior pública y, por otro, el fomento, desde la propaganda oficial y el sistema educativo, del individualismo a ultranza entre la juventud.

La elitización de la educación superior es un proceso que se ha acrecentado desde la década de los noventas; consiste, principalmente, en que los hijos de los trabajadores, los jóvenes que viven en la periferia de la ciudad, en las colonias populares, no tengan acceso real a la educación. Además, mediante la promoción entre los jóvenes de la idea de que no es posible mejorar la situación personal, sino únicamente pasando por encima de los demás y aprovechándose de ellos, en las escuelas se instaura la competencia, ya sea por una beca o por un lugar en tal escuela, como herramienta primordial para alcanzar un nivel de vida mejor. Ante la pregunta: ¿Por qué quieres estudiar una carrera universitaria?, la mayoría de los jóvenes responderán que “desean mejorar su situación personal”.

Los cambios y modificaciones en los reglamentos y planes de estudios del IPN mercantilizan la educación, convirtiéndola en un artículo de lujo o, en última instancia, denigrando el sistema educativo en una agencia de “outsourcing”, un mercado de ganado donde los consorcios privados compran mano de obra barata y, sobretodo, dócil. No obstante, el problema no se reduce a si los egresados de la educación superior contarán con mejores “oportunidades” que quienes no tienen acceso a la educación universitaria, lo principal es que el sistema de educación pública y gratuita debe responder a las necesidades del pueblo trabajador y no a los intereses y necesidades de las grandes empresas trasnacionales, que se imponen contra la mayoría del pueblo.

Ante este panorama, ¿basta luchar contra la modificación al reglamento interno del Politécnico, para garantizar el acceso a la educación pública y gratuita? El problema sobrepasa la cuestión de los planes de estudios y los reglamentos, tiene que ver con quiénes gozan los derechos, ¿acaso la constitución no nos garantiza el acceso a la educación pública y gratuita a todo el pueblo?

Aunque algunos grupos y corrientes políticas al interior del movimiento, han tratado de vincular la lucha estudiantil con las demandas del pueblo, con el fin de sobrepasar las demandas inmediatas, conscientes de que los procesos estructurales descritos anteriormente son parte del sistema de explotación capitalista, fue sólo con el ataque brutal y sanguinario por parte del Estado a los estudiantes de la Normal Rural de Ayotzinapa, que el movimiento del politécnico comenzó a abrazar la bandera del normalismo y la de otras luchas populares, recordando que el proyecto original del Politécnico y de las Normales Rurales, fueron parte del proyecto de educación socialista del gobierno de Lázaro Cárdenas.

Estamos seguros que junto a estas voces que reivindican la unidad de las luchas del pueblo trabajador, se alzarán otras que tratarán de acotar la lucha de los estudiantes: “pero si ya se resolvieron nuestras demandas”, “tratan de politizar el movimiento”, “extender el paro y mezclarnos con otras luchas, le resta credibilidad a la institución”. No obstante, no debemos ceder en la lucha ideológica para elevar el nivel de conciencia de clase de los estudiantes, proclamando que aunque el fin del movimiento politécnico es que la educación sea un derecho y no una mercancía, se debe comprender que su defensa, abarca también la defensa del derecho a un trabajo digno, a una alimentación suficiente y adecuada, a una vivienda digna, es decir, el derecho a una vida plena y digna. De otro modo, se trata únicamente de una lucha de oropel con el fin de defender el derecho “en el papel”.

Sí, los socialistas defendemos el derecho a la educación laica, gratuita y científica, pero sólo en la medida en que esta batalla esté enmarcada en una lucha para que el pueblo ejerza verdaderamente sus derechos y la educación universitaria responda a los intereses de la clase trabajadora. Caminemos y construyamos juntos un sistema más justo, verdaderamente democrático y libre, combatamos juntos por el socialismo.

NOTA: Este artículo fue publicado como parte de la sección EDUCACIÓN del No. 4 de FRAGUA, órgano de prensa de la Organización de Lucha por la Emancipación Popular (OLEP), en circulación desde el 14 de noviembre de 2014.

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