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Contra la retórica de las falsas contradicciones

Martes 3 de enero de 2012, por Chaquistle

Por supuesto, distinguir entre nosotros y el enemigo,
también implica distinguir entre lo correcto y lo erróneo

Mao Tse –Tung

En memoria de Beto Pazos:

Usted compañero es de los de siempre,
de los que nunca se rajaron, ¡carajo!,
de los que nunca incrustaron su cobardía
en las carnes del pueblo.

Muchos de nosotros recordamos las famosas palabras que el ex presidente de Estados Unidos, George Bush, pronunció antes de iniciar la guerra contra Irak: “Están con nosotros o en nuestra contra”. De inmediato, un grupo amplio de personas advirtió la falaz trampa que se anidaba en dicha contradicción. Se encontraba ahí una astuta retórica de falsa contradicción, debido a que se deseaba maquillar las verdaderas intenciones de la guerra y legitimar el ataque en contra de una nación.

¿Qué tan lejos está el Estado Mexicano de operar con recursos similares? ¿Cuál es la manera en la que el Estado, por medio de discursos y actos, se sirve del método de la falsa contradicción en medio del reacomodo y la reestructuración del nuevo modelo económico que perfila la clase burguesa para seguir subsistiendo?

  1. La estrategia de la falsa contradicción no es nueva en nuestra historia; la clase burguesa frecuentemente la ha utilizado. En algunas ocasiones se ha servido de ella para desvirtuar la caracterización de ciertas contradicciones internas que surgen dentro de su clase, y en otros casos para atacar y desvirtuar al movimiento organizado que atenta contra sus intereses. Dentro del primer uso que hemos mencionado destaquemos algunas muestras:
  1. Fingir que las contradicciones que se despliegan al interior de la clase burguesa representan o revisten la contradicción antagónica del momento histórico en turno. Ante el surgimiento de contradicciones internas o secundarias en la clase burguesa, alguna de las partes de esta contradicción aparenta que ahí se está debatiendo la contradicción fundamental, con el objetivo de acumular fuerzas provenientes de otras clases que le permitan aumentar su fortaleza. No obstante, al mismo tiempo, dicho sector o grupo de la clase burguesa no aspira a que la agudización y el desenlace de ésta nutra la conciencia de las otras clases que han participado en ella; y por lo tanto dirige parte de sus esfuerzos a evitar que en este proceso ocurra dicho avance cualitativo; así como también pretende impedir que los actores de otras clases impulsen este proceso con la gente que se ha aglutinado alrededor de esta contradicción. Como vemos, en este caso no se finge una contradicción que no existe, sino que se falsea su carácter.
  2. La implementación de la falsa contradicción también suele presentarse como parte del funcionamiento de conceptos y criterios que maquillan la realidad para ocultar la contradicción antagónica. En estos casos la burguesía crea un desdoblamiento que le permite aparentar una fachada de multiplicidad de opciones que en realidad conducen a un único fin o dirección. Por medio de esta falsa contradicción la burguesía concreta su carácter eterno en el poder por medio de fingir “desplazamientos” o resoluciones de falsas contradicciones. Tal es el fenómeno que se presenta con la alternancia política o la “aparente” democracia mexicana. Al mismo tiempo que hace estos movimientos a nivel teórico, concibe falsas contradicciones conceptuales que resuelve imponiendo nuevos conceptos que sólo maquillan la realidad: la negación de poder, la concepción del pluralismo o de la neutralidad ideológica, no son más que el resultado de estos movimientos.
  3. Por último, debemos mencionar que existen casos en los que, en las contradicciones de la clase burguesa, surgen posiciones que no pueden reconciliarse. Esto se debe a que existe una necesidad de plantear reconfiguraciones económicas y modificaciones al sistema en turno, pero no existe un acuerdo en la manera de hacerlo. En estos casos, dicho tipo de contradicción interna de la burguesía se agudiza hasta el límite. En estos casos se crea un discurso de falsa contradicción que permite explicar y justificar los hechos, y además dividir a la sociedad en dos: de un lado quedará el grupo más poderoso de la contradicción interna de la burguesía, ellos jugarán el papel de los buenos, y del otro quedarán todos los que se opongan a la reestructuración que emana de su naturaleza de clase. Hay muchos ejemplos, pero el más cercano es el de dividir a la sociedad en criminal o no criminal. Ante esta división todo mundo debe decidir entre una opción que moralmente es inaceptable y te convierte en enemigo (criminal), o entre la segunda opción que es la que le da la razón a quien ha generado la disyuntiva. Tal es la trampa actual que enfrentamos en México: criminalidad o militarización.

Como hemos visto, sin importar sus peculiaridades, cuando la falsa contradicción aparece aplicada del lado burgués, sólo lo hace con el fin de ocultar la contradicción fundamental; así como los procesos que, por medio de la concientización, podrían potenciarla; o bien, para maquillar una serie de actos que obedecen a reacomodos de estructuras y sistemas económicos.

La falsa contradicción se vuelve una herramienta aún más peligrosa cuando se aplica en contra del movimiento social para romper las condiciones de unidad y para aniquilar a movimientos o personas que son incómodos para los objetivos o intereses de la clase burguesa.

Tanto en el interior de la clase burguesa, como en el del movimiento de izquierda es normal que surjan contradicciones, pero no podemos perder de vista que éstas no constituyen la contradicción antagónica. También debemos obviar que el Estado muchas veces utilizará dichas contradicciones para exacerbarlas y hacer que funcionen como un ariete que divide, separe y aniquile al movimiento organizado. Con esto, el Estado logra aparentar y fingir una falsa contradicción que confronta al movimiento entre sí y que justifica, en el peor de los casos, su ataque en contra de integrantes de la lucha social.

En el número 18 de la revista Revuelta se hizo un buen análisis acerca de la función que el rumor ocupa para confrontar a la izquierda (Cerezo, p.6-12), así como de sus diferentes manifestaciones. Ahora bien, cuando la aplicación del rumor ha sido efectiva, surge la imagen de una falsa contradicción que se caracterizará por dividir a la izquierda en dos posiciones (que además no encarnan la contradicción antagónica). De esta manera, la izquierda gira en torno a tomar una postura y a pelear con la posición contraria (también conformada por integrantes de la izquierda), y sencillamente se olvida de señalar o denunciar al Estado.

Finalmente no podemos dejar de mencionar que, por desgracia, dentro del movimiento social muchas veces las diferencias o contradicciones internas que no se enfrentan ni resuelven de manera correcta derivan en posiciones y odios irreconciliables. En ocasiones esos odios hacen que algunas personas se unan a movimientos que, por su caracterización de siempre, pertenecen al Estado o a la clase burguesa, enemigos declarados de la organización social. En este caso, más que haber una contradicción falsa, hay una falsa e ingenua percepción de los hechos; ya que nadie puede unirse al enemigo ni utilizar los métodos que le son propios sin convertirse en eso mismo; como bien reza el dicho: “el que con lobos anda…”.

Lo peor es que la división generada apuntala a la falsa contradicción en la izquierda y le da terreno libre al Estado para atacar al movimiento organizado; de ahí la fuerte necesidad de tener claridad en la naturaleza de las contradicciones.

Ahora bien, tener esta claridad no sólo permite distinguir entre aquellas que son antagónicas y las que no lo son, sino que también permite identificar la manera en la que actuaremos ante cada una de ellas. Al mismo tiempo nos permite distinguir si la manera en la que estamos actuando es correcta o incorrecta, es decir si nutrimos procesos de organización y unidad, o servimos a la función del Estado.

Frente a la contradicción antagónica no queda más que tomar la posición adecuada: combatir y pelear con el enemigo verdadero. Ante los intentos de la clase en el poder por maquillar y disfrazar esta contradicción, no queda más que develar el verdadero carácter de las falsas contradicciones; por medio de las cuales se ocultan los verdaderos fines y las contradicciones internas que enfrenta.

Ante la agudización de contradicciones internas de la burguesía no queda más que apuntalar y fortalecer el proceso de concientización que deben experimentar las personas para hacerse concientes de que no es ahí donde radica la verdadera contradicción antagónica. No participar en este proceso equivale a aislarse y alejarse de la gente.

Ahora bien, las contradicciones internas del movimiento de izquierda, por su naturaleza distinta, no pueden enfrentarse ni resolverse de la misma manera que la contradicción antagónica. Se supone que, como movimiento social, debemos desarrollar métodos y espacios en los que esas contradicciones se resuelvan para que el movimiento siga avanzando.

Todo aquél que ante esta propuesta prefiera el camino rápido de aceptar el discurso que lanza el Estado sobre las falsas contradicciones dentro del movimiento social; todo aquél que contribuya a agudizar esta aparente contradicción como si fuera la antagónica y no una contradicción secundaria; o todo aquél que polarice a la izquierda con respecto a este suceso; no sólo actúa de manera infantil, pues consciente o inconscientemente trabaja para los mismos fines del Estado. Peor aún para quienes se unan con el verdadero enemigo por su incapacidad e inmadurez política para resolver una contradicción interna del movimiento social.

Podemos decir que las contradicciones entre nosotros y el enemigo son manifestaciones de una contradicción antagónica; las que surgen entre nosotros mismos o entre la burguesía misma no lo son; por el contrario son contradicciones secundarias. Por eso mismo los métodos y estrategias que se utilizan con el enemigo no pueden ser los mismos que se utilizan con el que no lo es.

El riesgo de considerar amigo al enemigo y viceversa estará siempre presente y se incrementará ante los constantes intentos de la burguesía por hacer que esto pase. No obstante, el movimiento social debe aprender a desafiar y superar este riesgo; ya que no puede pasar una eternidad tropezando con la misma piedra: sólo la claridad en la naturaleza de las contradicciones que enfrentemos, así como en la manera en que se actúa ante ellas, nos permitirá no errar en la práctica, porque a fin de cuentas será nuestro actuar lo que defina el lado del que estamos. Aplaudir rabiosos, ante la embestida de la burguesía o de cualquier otro de sus cancerberos en contra de una organización popular, es estar del lado del enemigo.

La flexibilidad de la que dispongamos para entender las diferencias y especificidades de cada contradicción puede librarnos de ser víctimas de la falsa retórica y de pensar que trabajamos del lado izquierdo cuando nuestros actos sólo sirven para el lado derecho.

Bibliografía

Cerezo Contreras, A. (2010. Año 8, no. 18), “Las diferencias y las contradicciones entre las organizaciones sociales, y la labor del Estado para agudizarlas”, Revuelta: México

Tse-Tung, Mao, (1968), “Sobre la contradicción” en Obras escogidas de Mao Tse-tung, Ediciones en lenguas extranjeras: Pekín, tomo I, pp. 333-370.


Librada Rivero

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