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COMITÉ DE APOYO A LA LUCHA DEL PUEBLO DE OAXACA

Víctima de la brutalidad policiaca en Oaxaca reclama indemnización

Emeterio, ejemplo de dignidad. Apoyamos y seguimos tu ejemplo

Martes 12 de agosto de 2008, por FMIN CNTE

Calpo. BOLETÍN Nº 56

Oaxaca, Oax., 15 de julio. Aún no se recupera por completo de la golpiza que le propinó la policía, pero Emeterio Merino Cruz, simpatizante de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO), ha comenzado a recordar lo que sucedió el 16 de julio del año pasado en las faldas del Cerro del Fortín.
“No puedo hablar ni caminar bien, pero ya tengo memoria de lo que pasó. Me golpearon, me torturaron, casi me matan sin haber cometido algún delito”, dice.
Merino Cruz, plomero de 43 años de edad, originario de Santiago Xanica, pueblo zapoteca de la costa, fue detenido por policías junto con otros seguidores del movimiento magisterial y popular, después de que una multitud que pretendía llegar al auditorio para presentar la llamada Guelaguetza Magisterial y Popular fue dispersada con gases lacrimógenos.
Tras la golpiza, Merino perdió el conocimiento y fue internado en el hospital civil Dr. Aurelio Valdivieso, pero días después fue trasladado al hospital de alta de especialidad de Oaxaca debido a que los médicos diagnosticaron traumatismo craneoencefálico. Estuvo en coma durante más de 30 días.
La agresión fue fotografiada por reporteros de medios locales y nacionales. Las imágenes de un hombre inerme que era golpeado por los uniformados dieron la vuelta al mundo.
Emeterio narra que el 16 de julio de 2007 se dirigía a hacer trabajos de plomería en una casa, pero, al escuchar por la radio que había problemas cerca del Cerro del Fortín, se bajó del autobús y se dirigió al crucero que forman las avenidas Héroes de Chapultepec, Venus y Sabino Crespo, para buscar a su esposa, Hilaria Franco Barroso, profesora de la sección 22 del SNTE, quien participaba en la marcha acompañada de su hijo menor.
“Estaba muy dura la cosa. Los policías empezaron a lanzar granadas (de gas lacrimógeno) y a detener y golpear a la gente. Me escondí en el hotel (Fortín Plaza). Ahí me agarraron unos policías y me comenzaron a golpear. Uno dijo: ‘No, a ese güey no, suéltalo’ y me sueltan, pero llegan otros y piden que me agarren y que me rompan la madre.
“Me pegaron con sus toletes y caí al suelo, ahí me dieron de patadas en la columna y me desmayé. Me pararon y me llevaron adonde se encontraba un retén, sin dejar de golpearme. En ese lugar más de 20 policías me golpearon hasta tirarme al suelo y de eso hay muchas fotografías. Hasta (Alejandro) Barrita, comandante de la policía auxiliar (asesinado el 30 de enero), me pegó con un garrote”
, cuenta.
Después fue llevado a la caja de un tráiler, donde “me siguieron golpeando; me pusieron boca abajo con otras personas. Pasaban los policías y nos pisaban, nos pateaban. Les pedí agua y me decían: ‘No, perro, te vas a morir’. Llegó Aristeo López (ex coordinador de seguridad pública, vialidad y tránsito municipal, hoy testigo protegido de la Procuraduría General de la República), quien me golpeó con un tolete o con un arma en la cabeza.
“Yo les decía a los policías: ‘No hice nada, ya no me peguen, tengo hijos. Mejor llévenme a la cárcel’, y ellos se burlaban y me seguían golpeando. Me pedían que dijera que Ulises (Ruiz, el gobernador) era mi padre. Lo decía, se reían y ni así me dejaban de pegar. “Después me sacaron y me llevaron a una letrina llena de suciedad, donde me metieron la cara hasta casi ahogarme. Luego me subieron a la caja de una camioneta con doble cabina; ahí estaban tirados boca abajo puros profesores (entre ellos Olivo Martínez Vicente Cruz y Eliel González). “Nos llevaron a un cerro, nos bajaron de la camioneta y nos arrastraron. Me torturaron sicológicamente: me apuntaban con una pistola a la cabeza y me decían: ‘Te vas a morir, cabrón’ y le jalaban, pero no tronaba. Se reían mucho”, rememora. “Se ensañaron conmigo. Me trataron como decían ellos, como un perro. Prendieron el soplete que traía para mi trabajo, me alzaron la playera y me quemaron el estómago. Me bajaron los pantalones y me quemaron los testículos. También me quemaron la espalda con cigarros, por ‘andar de revoltoso con los appos”’, detalla. Cruz, junto con los demás detenidos, fue trasladado a la Procuraduría de Justicia para ser puesto a disposición del Ministerio Público. Ahí empezó a perder el conocimiento.
“Quedé tirado en el piso porque ya no podía sostenerme. Los policías que estaban ahí me golpeaban también; me decían: ‘Pinche lidercito, te vamos a matar’. En eso llegó (Sergio) Segreste (entonces secretario de protección ciudadana) y me pegó una patada.” Un año después de lo ocurrido, Emeterio no ha recuperado el movimiento en la mano y en el pie derechos y sufre constantes dolores de cabeza.
“Ya no es igual. Quedé mal. Quiero que me hagan justicia porque sólo están en la cárcel unos cuantos policías que me pegaron, pero quienes dieron las órdenes no están. “Quiero también que me indemnicen porque ya no puedo trabajar y tengo hijos que mantener. A lo mejor me pongo a vender discos dentro de poco porque es lo único que puedo hacer”, comenta.

MARCHA-CALENDA 16 DE JULIO

Hoy a un año de lo sucesos ocurridos, la marcha-calenda fue intensa de energías aun con la lluvia amenazante con retumbar, con las consignas de “ni la lluvia ni el viento detendrán el movimiento”, la marcha calenda se mantuvo, no fue una marcha convencional fue una marcha calenda que partió del IEEPO (Instituto Estatal de Educación Pública de Oaxaca) a las 4:00 en horario neoliberal, a esta marcha asistimos algunos de los detenidos el 16 de julio del año pasado y algunos de los familiares de los asesinados en el movimiento con una manta que decía “Nuestros caídos no tienen $ exigimos justicia, viudas y familiares en resistencia” así como cada uno y una de nosotros los que hemos sido reprimidos en acto de dignidad, de lucha y de protesta, con nuestras formas de encontrarnos en una calenda como festividad, de resistencia, con banda de música en diferentes contingentes de la marcha, mujeres y hombres portando algún traje regional de las diferentes regiones de Oaxaca, hicimos posible la marcha-calenda.
La marcha del 16 de julio fue convocada por Emeterio Merino Cruz quien fue brutalmente golpeado el pasado 16 de julio en la convocatoria de la Guelaguetza popular. A un año de la impunidad cometida en cada uno de los casos de detención arbitraria e incomunicación acusados de daños y daños por incendio fuimos liberados todos, ninguno sujeto a proceso jurídico. Hoy lo que muestra un clima de intimidación, marcas de represión y tortura en contra de la libertad de expresión.
Lo demuestra que en Oaxaca, hay un movimiento vivo que no se teje en las calles sino en la vida cotidiana de reencontrarse y reconocerse, que acude a las convocatorias de no olvidar, no perdonar la represión que se vive. Esta calenda estuvo marcada por el ingenio con marmotas y canastas de dulces, cuetes, mezcal, lo cual muestra en sí una organización. No se olvida, pero también se manifiesta que en el movimiento faltan los presos, la marcha acudió a visitar algunos de los presos del movimiento social en Oaxaca, recluidos en el penal de Santa María Ixcotel, Adán Mejía López que este 17 de julio del 2008 cumplirá un año de prisión, donde su situación legal ha dado cierre de instrucción y ahora sólo se espera la sentencia del compañero, sentencia que no deja de lado la búsqueda de la libertad real no condicionada pues impune ha sido mantenerle preso durante un año.
Otros nombres que retumbaron la prisión fue Miguel Ángel García, Víctor Hugo Martínez Toledo, Pedro Castillo Aragón, la reivindicación por la libertad de los presos políticos de Loxicha, gritando consignas por su libertad.
La marcha concluyó con un mitin en un clima de fiesta total, en el zócalo de la ciudad en donde con la banda se marchó alrededor del zócalo y terminando frente a catedral con cuetes y baile que no de dejaban de cesar las consignas por la libertad y la justicia.

Oaxaca: dos largos años. Carlos Beas Torres

Han pasado ya dos largos años desde aquel despertar violento de la húmeda madrugada del 14 de junio, cuando cientos de policías estatales, azuzados por sus mandos, atacaron con furia desmedida una pacífica protesta de trabajadores de la educación. Esta fue la respuesta de fuerza de un gobierno torpe y autoritario a demandas legítimas de un sector importante de la sociedad oaxaqueña. Ante la brutalidad gubernamental, y en un extraordinario gesto de solidaridad, el pueblo de inmediato respondió y esa misma mañana logró en pocas horas replegar a los policías, quienes en desbandada y protegidos por un helicóptero, huyeron despavoridos, dejando atrás equipo, uniformes y heridos. El ataque sufrido por los maestros provocó la indignación generalizada y el surgimiento de un poderoso movimiento ciudadano que pocos días después daría vida a la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca, la APPO. Este 14 de junio se cumplieron dos años del nacimiento de una intensa e inédita movilización ciudadana en nuestro país, en la cual mujeres, trabajadores, jóvenes, indígenas, artistas y habitantes de las colonias se organizaron y salieron a reclamar derechos que le han sido negados de manera sistemática al pueblo de Oaxaca y, por qué no decirlo, también al pueblo de México.
Los siguientes cinco meses toda la geografía oaxaqueña se vistió con los colores de las protestas, con brutales actos represivos, con propuestas democratizadoras, y en la capital del estado se vivió una inusual convivencia ciudadana en torno a las barricadas. Cinco meses donde las más extremas pasiones y sentimientos brotaron con fuerza dando vida a la llamada Comuna de Oaxaca. Cinco largos meses en los que los escuadrones de la muerte, y los policías estatales y federales, con saña, secuestraron, asesinaron y violaron de manera abierta los derechos de miles de personas, tratando con ello de aplastar una revuelta que poco a poco se extendía y ganaba simpatía en el resto del país. Cinco meses cuyas noches se llenaban de terror por el indiscriminado ataque de convoyes integrados por policías, pandilleros y presidiarios. Los gobernantes pensaron que la ocupación militar y el estado de sitio impuesto a partir del 25 de noviembre de 2006 serían suficientes para destruir a este movimiento, pero se equivocaron. En estos dos últimos años, la movilización de los oaxaqueños no sólo no fue derrotada, sino que se ha multiplicado, y ha crecido la resistencia, como –también es importante decirlo- se ha expandido la violencia gubernamental que en este tiempo ha cobrado la vida de otros 20 oaxaqueños. Gracias al apoyo abierto de los gobiernos de Fox y de Calderón y a la operación violenta de la red de cacicazgos que operan en Oaxaca, se ha mantenido en medio de una crisis permanente el gobierno de Ulises Ruiz. Con cambios cosméticos y simulacros de reforma, pero también con constantes actos represivos, este gobierno ha tratado de contener sin éxito la protesta social. Sin embargo, la movilización ciudadana no ha logrado hasta ahora que sean castigados los responsables de tantos atropellos, como tampoco ha conseguido que haya cambios significativos en la vida de la sociedad oaxaqueña. A pesar de los numerosos informes emitidos por organismos nacionales e internacionales de derechos humanos, donde se reconoce la existencia de graves actos violatorios, la impunidad persiste. Si bien uno de los principales responsables de la represión fue removido de su cargo, Jorge Franco, quien durante la etapa más violenta del conflicto fungió como secretario de gobierno, durante más de un año siguió operando tras bambalinas hasta ser designado recientemente presidente del comité estatal del PRI. La mayoría de los mandos policiacos responsables de la represión han dejado sus cargos, algunos murieron en condiciones extrañas, otros salieron del estado, y uno de ellos se encuentra arraigado y sujeto a investigación en relación a la desaparición de dos eperristas ocurrida el año pasado en Oaxaca. Pero ninguno hasta ahora ha sido sancionado por los crímenes de lesa humanidad cometidos durante los años 2006 y 200 7. Ninguno. El 14 de junio miles y miles de oaxaqueños salieron de nuevo a las calles en una gigantesca manifestación, con ello recordaron públicamente los hechos represivos ocurridos hace dos años, pero también lo hicieron para demandar la liberación de los presos políticos que aún se encuentran encarcelados en diferentes prisiones del estado; también ese día se levantaron las voces para exigir castigo a los funcionarios públicos responsables de la violencia. Y en esta nueva megamarcha no faltó la consigna cantada: “Ya cayó, ya cayó, Ulises ya cayó”. Porque a raíz de los hechos del 14 de junio, Ulises Ruiz dejo de ser el gobernador para miles de oaxaqueños y ahora sólo para muchos es un tirano cínico sostenido por el gobierno federal, por las bandas caciquiles que asuelan a los pueblos de Oaxaca y por la impudicia y complicidad de la clase política refugiada en los partidos políticos, incluido de manera sobresaliente el PRD.
En esta fecha tan importante para el pueblo oaxaqueño se recordó que hay grandes pendientes, que hay tareas inconclusas, que la pobreza, la injusticia y la violencia en la que han vivido generaciones de oaxaqueños persiste y que sólo podrán ser erradicadas por una transformación profunda, cambio que sólo se puede lograr por la intensa y unitaria movilización ciudadana acompañada necesariamente de la solidaridad activa de grandes sectores del pueblo mexicano. Lo que reclama el pueblo de Oaxaca va más allá de Oaxaca: es la democratización real del país y no la farsa en la que vivimos a diario. El 14 de junio no será olvidado por los oaxaqueños y tampoco por muchos mexicanos que sabemos que esta fecha marca un hito en la vida política del pueblo de México.

Sus comentarios

  • El 19 de agosto de 2008 a 22:50, por pablo En respuesta a: > > justicia a Emeterio

    Me motivan a escribir estas líneas, el ejemplo y perseverancia en la lucha, que nuestro compañero Emeterio mantiene día con día.
    En el caso de Emeterio el gobierno ha intentado evadir su responsabilidad ofreciendo dinero a cambio de justicia. Con evidente razón el compañero a rechazado el ofrecimiento y, es que debemos estar concientes que en Oaxaca las cosas no van a cambiar si primero no se castiga a los culpables de asesinatos, desapariciones, tortura.

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