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Crónica del sepelio de Heriberto Pazos Ortiz

Martes 26 de octubre de 2010, por Laura Carballo

“Te acaban de hacer más héroe
Te acaban de hacer más paladín…
Se han equivocado y
Se han equivocado mucho”.

(Sicum dixit) un familiar de Heriberto Pazos Ortiz en su sepelio.

Desde el momento en que fue pública la noticia de que ejecutaron al líder moral del Movimiento de Unificación y Lucha Triqui (MULT), Heriberto Pazos Ortiz, se comenzó a especular sobre lo que acontecería después de este crimen, enmarcado dentro del clima de criminalización de la lucha social y del movimiento popular.

Los restos del miembro de la dirección colectiva y fundador del MULT, Heriberto Pazos Ortiz, fueron velados en las oficinas del Partido Unidad Popular (PUP), en la ciudad de Oaxaca, desde el día pasado 24 de octubre.

Cientos de personas entraban y salían de este espacio, en su mayoría eran indígenas que simpatizan con la propuesta política del MULT, ya sea, a través de su participación en la Asamblea de Pueblos Indígenas o de su Partido, propuesta que ha rebasado las fronteras de la etnia Triqui y que se ha extendido a otras zonas de la geografía oaxaqueña, en el velorio, se pudo observar el paso de diversas personas: desde lideres del movimiento popular, hasta niños y mujeres que, necesariamente, se distinguían por los huipiles de color rojo que son característicos de la zona donde se viera nació el MULT.

En el interior de las oficinas se presentaba el cuerpo de Don Beto, nombre cariñoso con que le conocían sus compañeros. La oficina estaba saturada de una cantidad de ofrendas florales y coronas, que rebasaban la media centena, enviadas a nombre de familias y organizaciones sociales; la entrada y salida de personas fue siempre constante: hombres y mujeres compartíamos alimentos, a pesar de que el hecho que nos reunía ameritaba un sentimiento de desánimo, podíamos observarnos unos a otros con el rostro cargado de enojo, de rabia, pero, también, de dignidad.

El día lunes 25 de octubre a las 9 de la mañana en punto se acondicionó y, posteriormente, partió la marcha fúnebre para dirigirse a la iglesia del Carmen Alto en el centro de la Ciudad de Oaxaca, donde los oficios serían presididos por el comprometido Obispo Arturo Lona Reyes. Paso a paso desde su salida de las oficinas del PUP, y a pesar del intenso calor que golpeaba inmisericorde, los gritos y las consignas no se detenían: “¡Don Beto no murió, el gobierno lo mató!”, “¡Beto, hermano, tu muerte no es en vano!”, “¡Si no hay aclaración, habrá revolución!”, “¡Don Beto vive, la lucha sigue!”, entre muchas otras.

En el transcurso de la marcha-procesión, las hipótesis acerca de quién era el culpable del asesinato corrían como reguero de pólvora; la mayoría coincidía en que la responsabilidad recaía en el Gobierno del Estado, por lo que la rabia que se reflejaba en los gritos no menguaba, y al ritmo de una tradicional banda de viento oaxaqueña, se acompañaba esta marcha, que si bien tenía el carácter de fúnebre, se asemejaba a muchas de las movilizaciones que se realizan a diario en la ciudad de Oaxaca: movilizaciones combativas y con dignidad.

Grupos de policías uniformados abrían paso a la movilización. Policías vestidos de civil que montaban en motocicletas, reportaban en sus radios de comunicación el avance de la marcha; los periodistas, acribillaban al contingente con sus cámaras, sin perder detalle de lo que sucedía, tal vez, sólo buscaban la imagen que les diese algún premio por su pericia y oportunidad gráfica.

Al arribar al templo católico, y con la venia del sacerdote local, se permitió la entrada del ataúd que trasportaba el cuerpo de Don Beto. En algunos rostros, tal vez de familiares cercanos, se podía observar el llanto, los ojos enrojecidos, algunos lamentos, pero prevalecía el enojo y descontento por lo ocurrido. Al iniciar la celebración religiosa, afuera, las banderas del MULT, de la denominada Asamblea de los Pueblos Indígenas y del Partido Unidad Popular, se agitaban con más tranquilidad, pero las consignas alcanzaban los mismos decibeles que dentro de la iglesia.

Durante el trayecto una constante, pero abundante cantidad de cohetones se lanzaron uno a uno, tal vez para despertar conciencias; los tronidos indicaban no solo el paso de la marcha, si no también el enojo que parecía próximo a estallar. En el ultimo tramo, la carroza fúnebre, cubierta con una bandera del MULT, avanzaba lentamente seguida de familiares y allegados, y más allá se podía ver un extenso contingente que parecía infinito.

Un grupo de mariachis se integró a la marcha y se intercalaban sus melodías con las de la banda de viento; la música ocasionó que durante todo el trayecto, decenas de personas salieran de sus casas o negocios para ver el paso de esta interminable columna humana, y en voz baja acompañaban las consignas:“¿Qué es lo que quiere el MULT?” – preguntaban gritando – y la respuesta al unísono no se dejaba esperar: “Justicia, justicia, justicia”.

La marcha arribaba al panteón general de la Ciudad de Oaxaca y los mariachis se destacaron de nuevo al entonar la letra de la reconocida canción ...“si muero lejos de ti; que digan que estoy dormido; y que me traigan aquí”. Lentamente en el camposanto se congregó la gente en torno a la última morada del dirigente del MULT; los sentimientos comenzaron a aflorar, y algunas mujeres indígenas rompieron en llanto y gritaron con un dejo de ira en la voz: “No has muerto, no has muerto, no has muerto camarada, tu muerte, tu muerte, tu muerte será vengada...”

Alrededor del féretro había un tumulto, las banderas de las organizaciones que fundó y dirigía Beto Pazos miraban al cielo permanentemente.

El primero en exaltar el papel que desempeñó Heriberto Pazos Ortiz fue su sobrino, quién asegurabó que nunca más se derramaría sangre de un “Pazos”. Entre melodía y melodía se agotaron los tiempos de las exequias, que culminaron con el llamado a la unidad que dio un miembro de la dirigencia colectiva del MULT.

Poco a poco, en silencio, se fue dispersando el contingente, en el ambiente queda claro que ellos esperan una respuesta por parte de las autoridades, así como el esclarecimiento de este asesinato, pero también flota en el aire el hecho de que la respuesta de la organización no se hará esperar en el casi seguro caso de que no haya justicia, porque esa, pensamos, se consigue luchando.

Esta jornada de lucha y protesta, provocada por la ejecución de Heriberto Pazos Ortiz, nos impulsa a la reflexión de lo que se avecina. En el tiempo perdido durante el viaje hacía los lugares distantes de donde venía, retumbaban, sin cesar, en mi mente las consignas, pero una de ellas se impuso sobre todas, aquella que rebosa dignidad en cada letra “¡Viva el MULT!”

Sus comentarios

  • El 26 de octubre de 2010 a 15:46, por JGS En respuesta a: Crónica del sepelio de Heriberto Pazos Ortiz

    David Cilia regresa al discurso que siempre utilizaron el y sus compañeros, el de señalar como traidores a todos aquellos que no estan dentro de su organizacion, ya se estab tardando, pero en el colmo de su desmesura es deslizar como lo que es y ha sido siempre un vil provocador, la intriga, cuando señala que en mayo del 2006 la otra campaña y el subcomandante insurgente marcos, delegado zero y no comandante cero como el le llama en una segun equivociacion que no lo es tanto, traicionaron al pueblo de Atenco y tambien segun el a los adherentes a la Otra Campaña.
    Nada mas intrigoso y falso como esa aseveracion que solo cabe en la cabeza de Cilia y que durante mucho tiempo fue el sello de su organizacion que cotidianamente acusaban a quienes disentian de ellos y de sus metodos autoritarios y represivos, de traidores y hasta de reformistas.
    Señor Cilia si acaso hay traidores que se hacen pasar por revolucionarios marxistas leninistas no tiene mucho que buscar, solo basta conque se consiga un espejo y reflejarse en el.

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